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¿Qué Sucede en tu Cuerpo cuando Duermes?

1 de enero de 2024. Actualizado el 26 de noviembre de 2022

Seguro que lo has experimentado más de una vez: la noche en que descansas poco o mal, amaneces agotado, con los ojos enrojecidos, la piel apagada y, en general, con un mal cuerpo que te hace comenzar el día con muy pocas ganas.

Y es que el descanso nocturno es mucho más importante de lo que parece. El sueño no es que sea beneficioso, es que es imprescindible. Una persona que viva 75 años habrá dedicado 25 a dormir, pero lejos de lo que pueda parecer, esto no es una pérdida de tiempo: esta persona habrá necesitado dormir esos 25 años para poder vivir los otros 50.

¿Cómo dormimos?

Pero no todas las horas de sueño son iguales ni influyen en el organismo de la misma manera. Mientras dormimos atravesamos varias etapas, que se van repitiendo a lo largo de toda la noche:

  • Las primeras, las fases 1 y 2, de somnolencia y de sueño superficial, nos dan un sueño ligero en el que la musculatura se relaja, la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la respiratoria descienden, y se va registrando una menor actividad cerebral de forma progresiva a medida que tu cerebro hace tareas cada vez menos complejas. Pero el sueño apenas comienza a ser reparador y, si te despiertan en la primera de ellas, negarás haberte quedado dormido.
  • En las fases 3 y 4, el sueño va de medianamente a muy profundo, gracias a lo cual tu organismo comienza a recuperarse del desgaste del día, y el cerebro produce unas ondas que son cada vez más lentas, más suaves y más regulares. Te sentirás muy desorientado si te despiertan en estas fases.
  • Entonces llegamos a la fase 5, denominada REM, caracterizada por el movimiento rápido de los ojos; en inglés, Rapid Eye Movement. En ella se registra un muy alto nivel de actividad cerebral, gasto de energía, y es cuando se producen la mayoría de los sueños. Pero su duración a lo largo de toda la noche se va reduciendo muy significativamente a medida que envejecemos.

A lo largo de la noche experimentamos varios ciclos formados por las 5 fases anteriores, de unos 90 minutos de duración cada uno. En el periodo que hay entre 2 ciclos de sueño no estamos realmente durmiendo: es una especie de zona intermedia, en la que si no somos molestados (por la luz, el frío, el ruido, etc.) pasamos a entrar a otro ciclo de 90 minutos.

Parece ser que lo que hace que nos sintamos frescos y despejados al despertar es el número de ciclos completos que realizamos. Una persona que sólo duerma un número de ciclos completos se sentirá más descansada que otra que, aún durmiendo más, no haya podido completar uno de los ciclos. Así se explica que cuando nos despertamos de forma natural, sin usar despertador, nos levantemos generalmente despejados, ya que de este modo nos despertamos tras concluir un ciclo.

¿Por qué debemos dormir?

¿Pero para qué sirve todo esto? Pues bien: entre las muchas tareas que realiza tu cuerpo cuando duermes, están las siguientes:

Favorece el aprendizaje y la creatividad

Se han hecho experimentos que muestran que dormir después de aprender algo nuevo permite recordar lo aprendido mucho mejor que después de pasar el mismo tiempo despiertos.

Pero además resulta que las áreas del cerebro que generalmente limitan nuestra forma de pensar al plano lógico, familiar y apropiado socialmente, son mucho menos activas durante el sueño REM. Como parece claro que la desinhibición es un componente crucial del pensamiento creativo, se puede concluir que el sueño REM ayuda en la resolución creativa de problemas.

Es conocido el caso de Dimitri Mendeleiev, descubridor de la Tabla Periódica de los Elementos: fue un sueño lo que lo hizo inmortal. Mendeleiev llevaba meses trabajando en su gran obra: "Química Orgánica" y una noche se quedó dormido en su laboratorio. Aquella noche soñó con una estructura de tabla con columnas e hileras. Cuando despertó de aquel sueño estaba tan impresionado, que escribió todo en un papel. Ese sueño le permitió poner en orden los miles de datos que tenía almacenados en su cerebro y que eran fruto de su enorme trabajo estudiando los elementos químicos conocidos.

Pero no sólo a los científicos les aprovecha el sueño: Mary Shelley soñó las dos escenas principales de Frankenstein, y Robert Louis Stevenson hizo lo mismo con el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Y Beethoven, Paul McCartney y Billy Joel se despertaron para escribir las nuevas canciones que sonaban en sus mentes.

Fabricamos músculo

Al estar tumbados, nuestras articulaciones soportan menos peso que durante el día, los músculos se liberan de la tensión, se relajan y se regeneran. A ello ayuda que durante el sueño profundo, en las fases 3 y 4, el organismo segregue la hormona del crecimiento, especialmente importante en niños y adolescentes.

El corazón descansa

El sistema circulatorio también se beneficia del sueño. Al descender la presión arterial, el corazón necesita realizar menos esfuerzo para bombear sangre. Además, al disminuir el gasto de energía, no hace falta llevar tanta sangre (tanto oxígeno) a nuestras células.

Prevenimos enfermedades

Si no descansamos correctamente, el sistema inmunitario se debilita y con ello nos volvemos más vulnerables a las enfermedades infecciosas y a la aparición del cáncer. Pero un sueño reparador ayudará a que microbios y células tumorales sean combatidos con mayor probabilidad de éxito por nuestro ejército de glóbulos blancos.

Mejoramos la vista

Nuestra vista es otra de las beneficiadas tras un sueño reparador. La falta de sueño provoca alteraciones en la película lacrimal que debe proteger la córnea. Además, las personas con tendencia a la retención de líquidos o dificultad para eliminar las grasas pueden empeorar si no descansan adecuadamente. Ya ves que no son sólo ojeras lo que aparece en nuestra cara cuando no dormimos bien.

Tu piel se regenera

Si te levantas y, al mirarte al espejo, descubres una piel apagada y poco tersa, échale la culpa al insomnio. Durante el sueño, la síntesis de proteínas se incrementa, la piel recibe más sangre y más nutrientes, y el proceso de regeneración de las células de tu piel se intensifica.

Tu cuerpo se limpia

El cuerpo elimina toxinas durante la noche a través de siete millones de poros. Entre la transpiración y la ventilación, se ha estimado que perdemos medio litro de agua cada noche.

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